LAS OTRAS MUJERES

Tía Mary era la tía del señor Brown tenía ochenta años, era una persona sorda y una dulce anciana: “-Mmmm. Esto está delicioso, Tita”. “Qué suerte tienes Johnny, de ahora en adelante sí vas a comer bien, porque Caty, la verdad, cocina muy mal. Hasta vas a engordar con el matrimonio”.
 A la tía le encantó el arroz con plátanos fritos y elogió muchísimo el arreglo de frijoles.
 La tía Mary era tal y como se la había imaginado Tita: una fina y agradable señora de edad. A pesar de los años que llevaba encima, su arreglo personal era impecable:
“Traía un discreto sombrero de flores, en color pastel, que contrastaba con el blanco de su cabellera. Sus guantes hacían juego con el color del pelo, relucían de albor. Para caminar, se apoyaba en un bastón de caoba, con puño de plata en forma de cisne. Su conversación era de lo más amena. La tía quedó encantada con Tita y felicitó ampliamente a su sobrino por su atinada elección, y a Tita por el perfecto inglés que hablaba.”

Esperanza era la sobrina nieta de Tita, es la que cuenta la novela de como agua para chocolate.
Por lo que aparece en estos fragmentos era que su destino iba hacer parecido al de Tita, ya que existe una gran relacion con ella,  Ambas comparten circunstancias similares que las vinculan o duplican. Ambas son hijas menores y como tales comparten un mismo destino en la tradición de los Garza(147); las dos nacen prematuramente y se vinculan a una muerte en la familia (146): las dos deben criarse en la cocina, con tés y atoles, que las asocia a la tradición prehispánica, en vez de alimentarse con la leche materna que implica tradición patriarcal y europea de Mamá Elena/ Rosaura(147) (1)
“Sin embargo, había una serie de coincidencias que asociaban a esta niña con un destino parecido al de Tita, por ejemplo, por mera necesidad pasaba la mayor parte del día en la cocina, pues su madre no la podía atender y su tía sólo le podía procurar esmero dentro de la cocina, así que con tés y atoles crecía de lo más sana entre los olores y los sabores de este paradisíaco y cálido lugar”. “Cuando Rosaura le explicó a Alex que eso no podía ser pues esa niñita estaba destinada a cuidarla hasta el día de su muerte”.
Paquita era una vecina de Tita. Tenía una personalidad peculiar a la de una vecina que había visto crecer a Tita por lo que se preocupaba por ella como podemos ver en este fragmento:
 “Antes de salir, Paquita detuvo a Tita un segundo y le preguntó:
-¿Ya te sientes bien? Aún te noto medio mareada, ¡y tienes una mirada! Que de no ser porque yo sé perfectamente que eres una muchacha decente juraría que estás embarazada.
Tita, riendo y tratando de no darle importancia, le respondió-
-¿Embarazada? ¡Sólo a usted se le ocurre! ¿Y qué tiene que ver la mirada con eso?
Yo puedo ver en los ojos de una mujer inmediatamente cuándo está embarazada.”

Además, era muy chismosa y entrometida:
 “-¡Qué barbaridad Tita! ¿Y ahora qué vas a hacer? -comentó con mucho veneno Paquita-.Sin Esperanza en la casa ya no vas a poder vivir cerca de Pedro. Ay, antes de que te vayas a vivir a otro lado, dame la receta de los chiles en nogada. ¡Se ven exquisitos!”. La expresión veneno enuncia una cierta maldad en sus comentarios hacia la familia, por ello, Tita le dice siempre que los hace "con mucho amor" e incluso una vez le comenta que a ella no le saldrán, dando a entender que no es capaz de hacer las cosas con amor.



La Profesora Jovita era la profesora de Tita que perdió la razón, se pasaba los días trabajando para evitar tener malos pensamientos.

"Fue su maestra durante tres años seguidos. Era una mujer pequeña y menudita. Todos la recordaban, no tanto por los conocimientos que les había transmitido sino porque era todo un personaje. Dicen que a los 18 años había quedado viuda y con un hijo. Nunca quiso darle un padrastro al niño, así es que, voluntariamente, se pasó la vida en absoluto celibato. Bueno, quién sabe qué tanto estaba convencida de esta resolución y qué tanto le afectó, pues la pobre, con los años, fue perdiendo la razón. Trabajaba día y noche para poner coto a los malos pensamientos. Su frase preferida era «La ociosidad es la madre de todos los vicios». Así que no descansaba ni un segundo al día. Cada vez trabajaba más y dormía menos. Con el tiempo el trabajo dentro de su casa no le fue suficiente como para calmar su espíritu, así es que se salía a la calle a las cinco de la mañana a barrer la banqueta. La suya y la de sus vecinas. Después fue aumentando su círculo de acción a la de las cuatro manzanas que rodeaban su casa y así poco a poco, in crescendo, hasta que llegó a barrer todo Piedras Negras antes de irse a la escuela".

(1) En Escaja, T. (2000):"Reinscribiendo a Penélope: mujer e identidad mexicana en Como agua para chocolate". Revista Iberoamericana, vol LXVI, 192, pp. 571-586.



No hay comentarios:

Publicar un comentario